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¡Hagamos magia con STHIL!

Vivimos deprisa y los tiempos para el ocio son reducidos, esporádicos y muy variados. Y esto motiva que busquemos fórmulas mágicas para limpiarlo todo rápida, cómoda y eficazmente.

Las Hidrolimpiadoras han revolucionado el mercado de la limpieza particular de jardines, terrazas y espacios exteriores. Y se alzan como las máquinas perfectas para la nueva generación de amantes del jardín.

¿Para qué necesitamos una hidrolimpiadora?

El objetivo de cualquier hidrolimpiadora es facilitar trabajos siempre arduos, como limpiar la piscina después del verano, los canalones exteriores, el suelo de la terraza después de una comida familiar, los accesos al jardín cubiertos de verdín tras el invierno o el coche después de una excursión a la montaña.

¿Cuáles son las principales ventajas?

Nos facilitan la vida al pensar en un accesorio para cada trabajo. Dependiendo del objeto, superficie o zona a limpiar, disponemos de un accesorio correspondiente para que la limpieza sea óptima en cualquiera de los casos y situaciones.

¿Cómo elijo la mía?

Lo principal es saber qué queremos limpiar, cuánto tiempo estimamos que trabajaremos con ella. Así podremos valorar qué presión de trabajo, potencia y caudal de agua vamos a necesitar. Hay infinidad de modelos y marcas.

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Consejos para elegir la mejor leña para tu chimenea

 

Ahora que ha llegado el invierno de verdad -la nieve, la lluvia y las heladas- nada como sentir la agradable calidez de la chimenea. Es uno de los mayores placeres en esta época del año, ¿verdad? El mejor momento para disfrutar un poco de lectura, una agradable conversación o simplemente quedarse contemplando el hipnótico baile de las llamas. Pero ¿cuál es la clave para conseguir un buen fuego? ¿Son todas las maderas iguales? Y si quiero hacer yo la leña, ¿cómo la corto y la guardo?

En este post vamos a responderte a todas estas cuestiones y te vamos a dar algunos consejos para tener siempre a mano la mejor leña para disfrutar del mejor fuego.

Lo primero, la chimenea: abierta o cerrada

Lo primero que debes tener en cuenta es que cada madera arde de una forma diferente, según sean blandas o duras; y que la mejor elección también depende del tipo de chimenea que tengas en tu hogar, abierta o cerrada. En las chimeneas abiertas lo más recomendable es usar maderas duras, que tienen mayor poder calorífico y mantienen mejor el calor, ya que éste se pierde en gran parte por el tiro de la chimenea. En las cerradas, en cambio, puedes utilizar madera dura o blanda, incluso otros tipos de combustible como briquetas (cilindros compactos fabricados de virutas, serrín y restos vegetales) o carbón de antracita.

Muy importante, como norma general: la mejor leña es siempre la leña seca, que no esté verde ni recién cortada. Y, por supuesto, que no haya sido tratada con barnices u otros químicos. Además, es conveniente evitar siempre la madera resinosa, que puede estar húmeda y producir humo en exceso.

Maderas duras: más calor durante más tiempo

Las maderas duras son especialmente recomendables para mantener un buen fuego durante más tiempo y proporcionar gran cantidad calor; incluso las brasas de este tipo de madera se mantienen incandescentes por un periodo más prolongado. Veamos las más comunes:

Encina: es de las más duras que existen en nuestros campos; tiene una larga duración y deja muy buenas brasas. Asegúrate de que esté bien seca, pues su grado de humedad es elevado.

Olivo: otra de las más usadas para las chimeneas abiertas, ya que tarda poco en arder pero tiene una larga duración y genera una llama muy viva, con gran poder calorífico.

Fresno y haya: estas maderas se secan muy bien, son muy fáciles de encender y su llama es muy vistosa y crepitante.

Roble: aunque requiere un largo tiempo para que esté perfectamente seca (unos dos años), el resultado merece la pena. Es una madera que tarda mucho en consumirse y deja una excelente brasa.

Abedul: de corteza blanca y gran dureza, es la que aporta un fuego más vivo y la que prende más rápido.

Otras leñas de buena calidad son el almendro, el algarrobo, el carpe, el cerezo, todas ellas muy consistentes y una buena duración para calentar cualquier chimenea.

Maderas blandas: ideales para avivar la llama


Estas maderas no dejan brasas consistentes y su fuego dura menos tiempo, pero prenden más rápido; por eso son ideales para encender la chimenea o avivar el fuego cuando esté disminuyendo. Proceden generalmente de árboles de rápido crecimiento y algunos frutales. El tilo, el castaño, los chopos, y sobre todo el pino o el abeto son algunos ejemplos.

Cómo elegir, cortar y guardar la leña

La mejor época del año para cortar la leña es en invierno, cuando la savia ha descendido su nivel y la madera está menos húmeda.

Elige leña que proceda de madera sana y fuerte, de árboles en buen estado. Para cortar las ramas de los árboles o troncos ya caídos lo más práctico es utilizar una motosierra.

Una vez tienes la madera recolectada, puedes utilizar diferentes técnicas de corte para dividir la leña, obtener trozos más pequeños a la medida de tu chimenea:

La primera es una buena hacha de talar (procura que la hoja esté bien afilada y el mango bien ajustado); también puedes usar la motosierra para cortes transversales; y a veces es conveniente usar una cuña y un mazo aprovechando las grietas de la madera para rajarla.

STIHL te ofrece todas las herramientas que necesitas para esta tarea: por ejemplo, la motosierra STIHL MSA 120 C-BQ, una máquina ligera, muy manejable y que además es de batería; las hachas de talar, que son perfectas para cortar leña y las puedes utilizar también para golpear las cuñas; y la cuña de partir curvada con dientes de retención en la punta, que es tremendamente eficaz.

Sea cual sea la técnica que utilices, toma siempre las medidas de

precaución adecuadas y protégete con un buen equipamiento (guantes, gafas, botas, casco).

Este proceso de división es preferible hacerlo en primavera,

para que la leña empiece a secar con los primeros calores.

El secado de la leña es muy importante para que suelte toda la humedad

y esté en óptimas condiciones para proporcionar todo su calor en la chimenea.

Debes apilar los trozos de madera al aire libre, a cubierto de la lluvia (también puedes usar una lona)

para que no toquen el suelo (la madera absorbe su humedad); y las piezas de leña no deben estar muy juntas entre sí,

para dejar que pase el aire y sequen mejor.

Finalmente solo tienes que dejar pasar unos meses (de seis a ocho es suficiente) y tu leña estará perfectamente lista para el próximo invierno.